En ocasiones, el paisaje urbano pasa de fondo a frente, ante nuestros ojos y sin previo aviso. Es domingo por la noche, apenas pasada la medianoche, la entrada en micro desde Capital Federal, se parece y mucho a la de tantos otros domingos. Las luces de la ciudad nos reciben junto al Casino y ahí se termina la ilusión óptica, ya que por influjo del azar o para vencerlo, se ven autos y taxis entrando y saliendo del City Center. Pero allí termina todo, para darle paso a una ciudad que parece responder obediente a un extraño toque de queda.
…Esta ciudad parece a un desierto….canta la Mona, para otra urbe y desde hace un par de décadas. Palabras premonitorias que se corresponden muy bien con este territorio. Escasos autos, menos gente y los bondis brillan por su eterna ausencia. Algunos pasajeros que se me ocurren osados o simplemente tienen a alguien esperándolos, se bajan en desoladas esquinas del camaleónico Bulevard Oroño. Y pronto desaparecen del extraño campo visual de mi atalaya allá arriba en el primer piso. El Mc Donald de Jorge Cura, como otros de la cadena parecen vencer junto a sus clientes al mandato de abandono del espacio público. Un pasacalles pide por boca de los vecinos, que quieren volver a caminar por el barrio y aluden a no sé que seccional. Giramos por la oscura Lagos flanqueada por fonavis hasta casi 27, en la esquina en la que antes solía haber taxis esperando, pero ya no.....
Como ayer jugaba Ñul, y el partido terminó tarde, todavía puede verse a algunas personas en la zona cercana al estadio. Y entre salto y salto de un pavimento en dudoso estado, el Rosarino, nos deposita en la terminal. El acceso a la Mariano Moreno sigue roto, pero no es lo único, la estación toda está en obras desde hace ya un largo tiempo. Los plazos de obra suelen estirarse, pero ya parece demasiado en este caso. Y para terminar de redondear la sensación de entrar en zona de precariedad, la cola para tomar un taxi, tiene más de docientos metros. Alguien dice por ahí, algo así como… paro de colectivos. Pero no escucho bien, o quizás lo prefiero, para seguir sintiendo este hermoso cansancio después de una increíble fiesta popular, donde habíamos más de los que pueden caber en un metro cuadrado, así, bien juntos e iluminados. Entonces, cierro los ojos, me sonrío y espero……
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