Que se trata de elegir, lo razonable, según las supuestas reglas de ciencias que serían universales, lógicas, inapelables.
Reglas y leyes que surgen no casualmente, de las instituciones que forman al grueso de los tecnócratas que condenan, cuando llegan a ejercer cargos estatales, al grueso de los mortales a condiciones ignominiosas de vida.
Del papel que juegan, instituciones como los medios masivos de desinformación y más cerca las redes sociales colonizadas por aparatos de trolizaciòn, mejor ni hablar.
Evita, como tantes otres, tenía una inteligencia e intuición natural, que le permitió escapar a ese falso sentido común de las élites académicas, políticas y culturales.
Por suerte, mal que le pese al stablishment, Evita se multiplicó en Cristina y en millones de minas con unos ovarios que la reivindican y la enaltecen.
Y se llaman Cammila, Lia, María, Valeria, Nora, Sonia, Cristina... y siguen los nombres...
Y ahora mismo se están reproduciendo, a pesar de los estúpidos que lo niegan...
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