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domingo, 6 de abril de 2014

LA CONSTRUCCIÓN DE AGENDA (en Rosario)

por Clemente Gómez Grandoli

A propósito del asesinato de David Moreira en barrio Azcuénaga.

Si hiciéramos un recorrido por los resultados de diversos sondeos y encuestas, y luego cruzáramos esos datos con los de las elecciones de los últimos años, es factible que nos encontremos con ciertas incongruencias, tanto en el comportamiento como en la toma de posición de muchos dirigentes y algunos sectores políticos, que disponen de los mismos datos, pero parecieran preferir seguir una agenda y un discurso dictado por los grandes medios nacionales o locales (por caso La Capital en nuestra ciudad), esto dicho en referencia a temas variados como seguridad, administración de justicia o cuestiones económicas como inflación.

Esta situación también induce a error a buena parte de la ciudadanía, llevándola a creer que las posturas políticas conservadoras, las visiones económicas ortodoxas y en general todo lo que difusamente suele denominarse como la derecha o de derecha, son hegemónicas o mayoritarias en nuestra sociedad. Muy por el contrario, y como pudo verse en encuestas a raíz de la ola de intentos de asesinato por grupos de supuestos vecinos hartos o indignados de los últimos diez días, quienes se manifiestan abiertamente a favor de ese tipo de prácticas no llegan al 10 por ciento de los consultados, subiendo a menos de un 30 si sumamos a quienes las justifican de diverso modo. Lo mismo sucedería con temas como pena de muerte o prácticas represivas ilegales como tortura.

Sin embargo, muchas personas asumen lo contrario como cierto y evitan opinar al respecto presuponiendo estar en minoría y llamándose a silencio, con lo que la percepción errónea se agiganta. A los efectos provocados por esa falsa percepción de algunos vecinos y dirigentes de todo tipo, sumados a los provocados por un conjunto de medios de vasto alcance y capacidad de reproducción, suele denominárselo CONO DE SILENCIO.

En Rosario, como en toda la provincia, los sucesos de Barrio Azcuénaga han encendido un debate que dista de cerrarse. Las primeras horas fueron de confusión y con la única excepción del Diputado Provincial Eduardo Toniolli (FPV-Movimiento Evita) quién llamó a las cosas por su nombre: homicidio al supuesto linchamiento, y más tarde de la intendenta Mónica Fein (socialista) que sin tanta contundenciacondenó ese tipo de actitudes, diferenciándose de Hermes Binner y el gobierno provincial que prefirieron hacer la del avestruz,  el resto de la dirigencia local y agrupaciones políticas, se llamó a silencio, encarnando una actitud entre timorata y especulativa. Más tarde algunos dirigentes subsanaron el error, bien que tardíamente.


De todos modos, la discusión continuó con fuerza a través de las redes, haciendo expresa aclaración de que el intercambio de insultos y agravios en foros de lectores on line como los del diario La Capital,  no merecen ni siquiera ser considerados dentro del debate. En su mayoría, las opiniones manifestaban su pesar por el suceso y algunos arriesgaban algún análisis de porqué podría haberse llegado hasta allí. La búsqueda de explicaciones, a veces puede llevar por un camino de confusión, a pronunciar justificaciones.

La muletilla “ausencia del estado”,  que puede ir desde la obvia y urgente necesidad de contar con mayor y mejor presencia policial para prevenir delitos menores como arrebatos y hurtos o controlar el negocio narcoterritorial de los bunkers, hasta la falta de cloacas en más del 30% de la ciudad, servicios públicos que colapsan o son deficitarios como el transporte, pasando por la sospecha de buena parte de la ciudadanía de que una rara asociación de políticos, jueces y fuerzas policiales habilita que el negocio de la narcocriminalidad sea más rentable y deseable para los uniformados que el "cumplimiento del deber" , tanto como compartir con los denominados “motochorros” parte de sus magros botines, en zonas que los vecinos sienten como “liberadas”, y algunas cuestiones más, esa apelación difusa a la ausencia del Estado, confunde más que explicar y es aprovechada maliciosamente por algunos.

La alusión a un “estado ausente” ha sido utilizada tanto por dirigentes como Massa, Del Sel o el Cachi Martínez, pasando por sociólogos, periodistas y ciudadanos que se consideran a sí mismos “progresistas”, con lo que se revela la multiplicidad de sentido y el riesgo de que tal intento de explicación sea reconvertido por los medios en parte del mecanismo que justifique la conducta criminal de quienes asesinaron al albañil David Moreira de 18 años, asestándole certeras patadas en su cabeza.

Intentar describir con académica precisión, cual sería el espesor de la “grieta social”, es mientras tanto menos deseable y necesario que condenar abierta y claramente, tanto a los intentos de asesinatos tribales como a los medios que agigantan la percepción de los delitos generando un clima social de intolerancia. Y por supuesto es necesario evitar caer en ese tramposo CONO DE SILENCIO, que medios como La Capital, Canal 3, Rosario3, El Ciudadano y otros suplementos locales, construyen a diario.




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