Por Clemente Gómez G.
Cómo todos sabemos, encontrar a un votante de Massa y que te confiese haberlo votado, es más difícil que hacer que la selección juegue bien, pero...
Hace cuatro años que vamos a comer ahí, después de hacer el
programa.
Tenemos buena onda, con el dueño, el encargado, los mozos y
el parrillero. Nos saludamos, con un abrazo y un beso, cuando entramos y cuando
salimos.
Capaz que exageramos, pero es nuestra forma de estar en el
mundo.
Hoy después de tanto tiempo, nos atrevimos a preguntarles.
¿A quién votaste el 25 de octubre?
Los dos pibes más jóvenes, mozos, uno estudiante de
biotecnología y el otro músico, que a veces hace de encargado sabíamos que eran
K, y cercanos a la Cámpora o algo así.
Pero los dos más grandes, nos dijeron, con la confianza
lograda después de tanto tiempo, uno de unos cuarentipico, que por Macri y que el 22 lo iba a volver
a hacer.
El otro de más de 50, nos blanqueó que votó por Massa (por fin
conocíamos a alguien que lo había votado!!!), y que ahora lo iba a hacer por
Macri.
Al que votó por Massa, nos dió para preguntar un poco más, y
le preguntamos por qué.
Nos tiró unas tres o cuatro frases como “que ya estaba
cansado de la pelea con todos”, “que nadie iba a poner plata acá”, “que había
que cambiar”… nos pareció escuchar un discurso conocido y repetido en los
medios masivos y no tanto, del grupo Clarín, La Capital, Canal 3 y Cía., entre
otros.
De todos modos, apenas si los contradecimos en su elección,
preguntándoles sobre que pensaban que podía pasar si devaluaban de golpe un
50%, a lo que ambos respondieron con evasivas y sin que parecieran otorgarle
demasiada importancia el asunto.
Lo importante para ambos, era “cambiar”.
En ambos casos, no parecían sentir que hubiera riesgo en la
elección que tomaran.
Y cómo hacés para contradecir, tan férreas convicciones aprendidas después de haber sido repetidas
tantas veces, por tantos “especialistas” en los medios, esos que en pocas ocasiones,
suelen ver, cuando en vez de servir una mesa, son servidos y se sientan junto a
su familia.
Contra enemigos mediáticos, tan poderosos como esos,
hemos jugado todos estos años, y casi siempre les hemos ganado, pero en algo
debemos haber fallado para que ahora, y a pesar de todo el esfuerzo de gestión,
hayan elegido “su” discurso y no el nuestro.
Y probablemente no tenga que ver con lo hecho, ni con los
resultados, sino con algo que les y nos molesta en grado sumo: los modales. Claro que de manera inversa.
Que lo parió, lo que cuesta reconocerlo. Y eso que hace rato,
sabemos que en política, las adhesiones tienen más que ver con los
sentimientos, que con la razón…
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