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miércoles, 31 de agosto de 2016

De los distintos modos de estar seguros o inseguros (según se mire)

El jueves 25 de agosto pasado, con diferencia de horas, dos multitudes se reunieron en la ciudad de Córdoba la primera, y más tarde por la noche en Rosario.
Unas 20.000 personas se juntaron en la segunda ciudad del país, haciendo el aguante y esperando la condena a más de 28 imputados, en la tristemente célebre causa La Perla. Uno de los peores sitios de detención ilegal, torturas y posterior desaparición de personas del país en los aciagos tiempos de la dictadura. 
El número resulta muy importante, para mostrar que buena parte de la sociedad sigue firme reclamando Memoria, Verdad y Justicia, en momentos en que el discurso de los funcionarios del gobierno de Cambiemos, incluyendo al propio presidente, parecen marcar poca voluntad política de seguir colaborando con la justicia, a tales fines. 
Y también de algún modo, fue una marcha por seguridad. 
Intentar asegurar la continuidad de las condenas, de modo tal, que ningún miembro de fuerzas de seguridad, o civiles cómplices se atrevan a futuro a intentar repetir, aquel plan criminal.
Porque vaya paradoja, así como para algunos argentinos, aquellos años de plomo dictatoriales fueron en los que se sintieron "seguros" en lo que se refiere a sus bienes y personas, los 30.000 desaparecidos no solo contradicen su sensación o lo que es peor aún, desnuda el egoísmo de tal posicionamiento. 


Más tarde, en la ciudad que bordea el Paraná, una multitud estimada en alrededor de 10.000 personas se concentró frente al palacio de Tribunales Provinciales, para marchar hasta la Plaza San Martín, frente a la sede del gobierno provincial en esa ciudad. 
También fue una marcha por seguridad, fomentada desde las redes sociales y algunos medios masivos, que prendió rapidamente en función de los 24 homicidios que se habían sucedido en los anteriores treinta días. Pero sobre todo, por los homicidios cometidos en ocasión de asalto que fueron tres o cuatro de esos casos.
Extrañamente, el grueso de los reclamos y las puteadas estuvieron centradas en la no gestión de seguridad del gobierno provincial, un poco para la justicia, pero escasamente para la policía provincial, la que se supone debería brindar lo que estaban reclamando, y de la que todos sospechan ser más parte del problema que de la solución.
Espíritu de época o en parte por la composición predominantemente de clase media, las críticas o reclamos hacia el gobierno nacional, desaparecieron una vez derrotado el kirchnerismo.
Y si bien hubo algunos familiares de víctimas de violencia institucional, el grueso de los participantes parecían pedir más presencia de fuerzas de seguridad, lo que derivó en la consabida y repetida solicitud del gobierno del ingeniero Lifchitz de envío de fuerzas federales (gendarmes y prefectos) al gobierno del alegre ingeniero.




Estas líneas, no pretender instalar una antinomia entre ambas marchas. Por el contrario, y a pesar de que algunos de los participantes de la marcha rosarina, no lo sepan o entiendan, las dos movilizaciones fueron políticas y con la intención de lograr una sociedad más segura. 
Aunque quizás sean divergentes, en el modo y las formas de lograrlo.

1 comentario:

  1. Con la destitución de Dilma se agiganta mi sensacion de inseguridad. Es legal...61 tipos que "representan" a 54 millones?? lo decidieron. Es ético? es justo? es democrático? si 54 millones no pudieron, 10.000 de Rosario, 20.000 de Cordoba bastan? sublimo intentando encontrar un emoticon en las redes para poder expresar lo que siento cuando pasan destituciones, muertes, violaciones...? revoltijo de preguntas. Revoltijo de tripas solo cuando hay una silla de pensar.

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