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miércoles, 15 de mayo de 2013

NUEVOS SÍMBOLOS DE ÉPOCA vs. TERRORISMO SIMBÓLICO


 La Universidad de La Matanza, cuenta con unos 40.000 estudiantes, un campus de unas 40 hectáreas donde funcionan 24 carreras de grado y otras de posgrado. De esos 40.000, se estima que el 90% son la primera generación de sus familias, que ha podido acceder a carreras de grado universitario. Por otra parte, esta casa de altos estudios, como muchas del conurbano bonaerense tienen apenas un par de décadas de fundadas, habiendo tenido un salto cualicuantitativo sorprendente en los últimos diez años, coincidiendo con el período de gobierno del kirchnerismo. Son los famosos fortines kirchneristas, a los que con sorna y disimulado desprecio suele referirse Beatriz Sarlo, quien junto a su compañero de tareas del conservador y fervientemente opositor diario La Nazion, Joaquín Morales Solá, aprovecharon el patético montaje o emboscada que le montaron en su momento a la presidenta de la Nación, en la ya célebre conferencia de prensa llevada a cabo en la Escuela Política de la Universidad de Harvard, para forzar los dichos de Cristina Fernandez, que en una de las respuestas, hizo alusión a la no pertenencia de los egregios alumnos de la universidad yanqui a la de La Matanza, en situación en que sus dichos y comportamientos parecían no corresponderse con la supuesta tradición flemática de los estudiantes de la prestigiosa Escuela Política. Morales Solá y Sarlo, no fueron los únicos que intentaron malquistar a los estudiantes de la universidad matancera con la presidenta, pero sí los más deshonestos intelectualmente. Ayer, en las instalaciones de esa Universidad y frente a miles de funcionarios del poder judicial, acádemicos, estudiantes y gente de a pie, la presidenta cerró el 1er Congreso de Debate sobre la Reforma Judicial, donde participaron  más de 15.000 personas. Estuvo acompañada en el escenario  por Estela de Carlotto (titular de Abuelas de Plaza de Mayo), Susana Trimarco (madre de Marita Verón, secuestrada por una red de trata), Pablo Ferreyra (hermano de Mariano, asesinado por una patota sindical durante una protesta de trabajadores tercerizados) y Sergio Burstein (de la asociación 18-J de familiares de víctimas del atentado a la sede de la AMIA), entre otras figuras que calificó como “las víctimas de la falta de Justicia” en el país. “En este panel falta una víctima: la Argentina, saqueada, endeudada, con corralito y represión”, señaló la Presidenta, antes de remarcar que “la Justicia no puede tener una agenda mediática, debe ser la agenda de la sociedad, que es juzgar y condenar a los culpables”.
Quizás para que la simbología hubiera sido completa, allí deberían de haber estado alguno de los padres de pibes víctimas del gatillo fácil, pero esto no opaca la fuerte simbología y el mensaje político de la presidenta: una sociedad dispuesta a debatir y que interpela a la Justicia, con interés de reformarla, en La Matanza, en una Universidad que triplicó su matrícula en los últimos diez años, donde lejos de sentirse molestos, los estudiantes le demostraron gran afecto, junto a las víctimas de la falta de Justicia y la primera mandataria poniendo una vez más el cuerpo y la palabra en pos de incentivar la participación y el debate de todos los que estén interesados en producir los necesarios cambios.
 El mismo día el Jefe Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, elegía convertirse una vez más en un triste defensor del statu quo, saliendo en defensa de los intereses del grupo Clarín, dictando un decreto que además de absurdo, difícilmente tenga utilidad alguna, aún para los supuestos beneficiados por el mismo.

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